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El cadáver de la abuela

Veamos lo que puede ocurrir por ahorrarnos unos pesos en un coche funerario. No es recomendable escatimarle a la familia un buen servicio fúnebre a la hora de fallecer.

Una familia normal y corriente decide, como tantas otras, marcharse de vacaciones en verano a un pequeño pueblecito perdido en la montaña. Para no dejarla sola todo el mes, la familia se lleva a la abuela con ellos, que además desde que se quedó viuda está muy triste y deseaban ver si con los nietos se animaba un poco.
Todo transcurre sin problemas durante la mayor parte de la estancia, los niños disfrutando del aire libre, los padres de la tranquilidad y la abuelita de sus paseos a la puesta del sol; pero un mal día, a pocos días del regreso, la abuela no se levantó de la cama porque la pobre había pasado a mejor vida.

Cómo enviar un coche funerario a recoger el cadáver a un pueblo perdido de la mano de Dios les iba a salir un ojo de la cara, porque la finada nunca había querido hacerse un seguro con una funeraria, decidieron rebuscárselas para trasladar a la abuela hasta su última morada.

Por supuesto los niños no debían enterarse de nada hasta que no fuera el momento, así que en un principio pensaron en llevar a la pobre mujer en el asiento de atrás y decirles a los hijos que estaba durmiendo. Pero luego pensaron que al enterarse de la noticia, el hecho de haber viajado junto a su abuela fallecida podría provocarles un terrible trauma, así que ni cortos ni perezosos decidieron envolverla en unas mantas, subirla al portaequipajes del coche y llevarla atada con unas cuerdas todo el viaje.

A los niños les contaron que la abuela se había quedado a pasar el resto del verano con unas amigas nuevas que había hecho en el pueblo, así que no sospecharon nada en absoluto. Parecía que todo iba a salir sin mayores complicaciones hasta que tuvieron que parar en una gasolinera para cargar gasolina, tomar unos refrescos y vaciar sus vejigas.

El caso es que tardaron bastante en regresar al automóvil y se dan cuenta horrorizados de que ¡Les han robado a la abuela! Imagínense la cara de los incautos ladrones que, esperando encontrar el equipaje de la familia repleto de cosas de valor se encuentran con el «regalito». El susto tuvo que ser de los mayores.

Por supuesto la policía tuvo que tomar cartas en el asunto, porque la desaparición de un cadáver es un tema serio, y el asunto está ahora mismo en manos de los tribunales.

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Publicado por en 13 noviembre, 2010. Archivado en Leyendas actuales,Leyendas urbanas. You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0. You can leave a response or trackback to this entry

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